sábado, 19 de diciembre de 2015

Timeline Bécquer




Gustavo Adolfo Domínguez Bastida (Sevilla, 1836-Madrid, 1870). Poeta español que junta con Rosalía de Castro es el máximo representante de la poesía postromántica, tendencia que tuvo como rasgos distintivos la temática intimista y una aparente sencillez expresiva, alejada de la retórica vehemencia del Romanticismo. 

La obra de Bécquer ejerció un fuente influjo en figuras posteriores como Rubén Darío, Antonio Machado y los poetas de la generación del 27. La crítica se refiere a él como el iniciador de la poesía española contemporánea. Sin embargo, más que una gran figura de la historia, Bécquer es sobre todo un poeta vivo, popular en todos los sentidos de la palabra, cuyos versos, de conmovida voz y alada belleza, han gozado y siguen gozando de la predilección de millones de lectores. 

Las Rimas, tal y como han llegado hasta nosotros, suman un total de ochenta y seis composiciones. De ellas, setenta y seis se publicaron por primera vez en 1871 a cargo de los amigos del poeta, que introdujeron algunas correcciones en el texto, suprimieron algunos poemas y alteraron el orden del manuscrito origina (El libro de los gorriones), custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid. 
Las Rimas se presentan habitualmente precedidas de la "Introducción sinfónica" que, probablemente Bécquer, preparó como prólogo a toda su obra. El contenido de las Rimas ha sido dividido en cuatro grupos:
Una reflexión sobre la poesía y la creación literaria (Rimas I a XI). 
El amor y sus efecto en el alma del poeta (Rimas XII a XXIX). 
La decepción y el desengaño que el amor causa en el alma del poeta (Rimas XXX a LI). 
El poeta enfrentando a la muerte, decepcionado por el amor y por el mundo (Rimas LII a LXXXVI). 
La prosa de Bécquer destaca, al igual que su poesía, por la gran musicalidad y la sencillez de la expresión, cargada de sensibilidad; siguiendo los pasos de Hoffman y Poe. Sus Leyendas recrean ambientes fantásticos y envueltos en una atmósfera sobrenatural y misteriosa. Destacan por ese ambiente de irrealidad, de misterio, situado siempre sobre un plano real que deforma y desbarata. Así, en La Corza blanca, donde la protagonista se transforma de noche en el citado animal; o en El monte de las ánimas, en la que el mismo escenario de un paseo amoroso se transforma en el campo del horror fantasmal y en la que el terror llega hasta la alcoba mejor defendida y adornada; o, por fin, en Los ojos verde, y, sobre todo, El rayo de luna, donde lo irreal, enfrentado a la realidad, hace optar a los protagonistas por el sueño, por la locura en la que quieren vivir lo que la realidad les niega. Son logradas las descripciones de ambientes: el barullo de la entrada en la catedral de Maese Pérez, el organista, el silencio del claustro en El rayo de luna o las procesiones fantasmales de La ajorca de oro y El Miserere. 

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